La primera clase de filosofía la utilizamos para presentarnos. Merino aprovechó para preguntarnos el motivo por el cual estábamos allí. Mi respuesta fue: que estaba allí para aprender a ver las cosas de otro modo. Quizás ahora, si le doy más vueltas, puedo decir que además, sin darme cuenta, estoy aprendiendo, conociendo opiniones, puntos de vista y pensando en cosas a las que nunca les había dado importancia. Y esa es la mejor forma de aprender, no es tan importante el recordar datos e información, si no valores y conocimientos más útiles en el ámbito personal que valdrán para toda la vida y para cualquier situación que se nos presente.
El segundo día, trabajamos en grupos de cuatro y el profe nos entregó un sobre a cada grupo con un documento en su interior. El ejercicio consistía en decir si lo que decía el documento era verdad o no y por qué. El papel tenía una pipa dibujada y debajo una frase en francés que decía: esto no es una pipa. Nuestro grupo, después de unos minutos reflexionando, interpretó que lo que decía el documento era mentira porque la frase negaba lo que la imagen reflejaba, ya que sí que había una pipa dibujada. No nos costó llegar a un acuerdo y entre todos elaboramos una respuesta coherente. Sin embargo, el resto de los grupos dijeron que era verdad lo que decía el documento, y lo razonaron diciendo que en verdad eso no era una pipa, sólo un dibujo de esta.
Al leer todas las respuestas, vimos que todo lo que opinábamos era lógico. Pienso que lo que aprendimos (al menos yo) es que puede haber varias soluciones/respuestas para una misma pregunta, y no porque uno tenga razón el otro está equivocado. A veces todas las respuestas son correctas, y en otras ocasiones, todas son incorrectas. Después de aquella clase, admito que me pasé horas dándole vueltas y que no encontré error en ninguna respuesta, todas tenían su lógica. También aprendí que quizás, la mayoría de las veces, el fallo está en pensar mucho las cosas y que hay que aprender a considerar varias posibilidades aunque sean totalmente contrarias. Creo que cada uno tiene su forma de ver las cosas según su personalidad y su forma de ser y de pensar.
En la siguiente clase, nos tocó utilizar a cada uno la imaginación y la espontaneidad para cubrir un papel completando las frases que contenía escribiendo lo primero que se nos viniera a la cabeza. Las frases decían cosas como: Si fuese una flor, un pájaro, un insecto, una parte del cuerpo, un mes del año, un número, etc. querría ser "....." porque .......
Con lo cual: debíamos cubrirlo sin pensarlo mucho, porque era así como mejor salía. Si te parabas a pensar encontrabas una razón lógica por la que escogías esa respuesta, pero quizás no era la más indicada ni la que te salía realmente de tu interior.
Después de completar toda la lista, debíamos leer nuestras respuestas, cada uno para sí mismo y, a continuación, escoger sólo tres cosas de esas en las que te gustaría transformarte. Yo elegí que me gustaría transformarme en:
1.Un insecto: mariposa (porque evoluciona y sufre cambios que la hacen mejorar).
2.Un sentimiento: amor (porque es lo más bonito que puede sentir una persona y es difícil de explicar).
3.Un país: Grecia (porque tiene mucha historia y sitios que me gustaría visitar).
Bajo estas apariencias me sentiría mejor porque suman un conjunto de cosas que definen un poco quién soy.
De ser mariposa aprendería que puedes esconderte bajo un capullo hasta estar preparado/a para brillar con luz propia.
De ser "amor" aprendería que puedes llegar a querer a alguien hasta que duele y no importar nada más.
De Grecia aprendería un montón de historia y mitología y podría disfrutar todos los días del mejor de los paisajes.
Después de rellenar cada uno su ficha pusimos las tres cosas escogidas en el encerado al lado de nuestro nombre. Al leerlo todo pude ver como las cosas que habían elegido mis compañeros coincidían, más o menos, con su personalidad o su forma de ser. Incluso al leer las mías vi que también me sentía identificada, por eso creo que hice bien en fiarme de mi espontaneidad y supe elegir cosas que marcan mi carácter, que marcan como soy.
Pienso que a unos nos costó más que a otros quedarnos solo con tres de esas cosas. Yo sólo me dejé llevar.
Cuando ya quedaban unos 10 minutos de clase, Merino nos llevó al patio y nos dijo que nos colocáramos en el lugar que quisiéramos para sacar una foto de la clase.
Yo me coloqué en el medio, en la segunda escalera, al lado de Alba. Me puse allí porque me pareció un buen lugar, estaba en la primera fila y con todos mis compañeros alrededor. Probablemente ahora, que ya nos llevamos muy bien y tenemos mucha confianza, nos habríamos colocado más juntos y de otra forma, aunque, bueno, yo seguiría al lado de Alba.
El siguiente día, Merino nos pidió que colocásemos las mesas formando una U. Cuando ya estábamos todos colocados, sacó un tema y nos fue preguntando si alguna vez nos habíamos transformado en algo. La respuesta de la mayoría, e incluso la que yo di en ese momento, fue que la transformación más grande que sufrimos fue en la apariencia (el crecimiento). Sin embargo, creo que cambiamos en todo momento, cada vez que cometes en error te transformas y cambias algo en ti, aprendes de tu fallo e intentas no volver a cometerlo. A veces te transformas porque no te queda más remedio que hacerlo, porque las circunstancias así te lo exigen. Por ejemplo, si pasas por un momento difícil tienes que hacerte fuerte para poder aguantar lo que la vida te pone delante.
Pienso que también nos transformamos dependiendo de la persona o personas con las que estemos, dependiendo de si hay más o menos confianza.
En mi caso, la transformación más grande que he sufrido ha sido este año, porque comprendí que hay cosas que no se deben tomar tan a pecho y que hay que mirar la vida con alegría y disfrutarla todo lo que se pueda porque es mucho más corta de lo que parece. Mucha gente de mi alrededor cree que ha sido un gran cambio y yo veo que tienen razón. Esta transformación ocurrió sin más, yo no decidí cambiar así por que sí, aunque ahora, con el paso del tiempo, soy consciente de todas las cosas que han cambiado. Me transformé por las circunstancias pero sigo sin saber exactamente que fue lo que me llevó a cambiar así.
Después del tema de las transformaciones, salió el gran debate entre el yo quiero y el yo debo.
Hay cambios que decides tú, bien porque crees que debes cambiar, o porque quieres hacerlo. Muchas veces, desde pequeños, vivimos condicionados por lo que se espera de nosotros y llevamos una gran carga encima. Siempre intentamos hacer lo que nos dicen que es mejor o lo que nos parece mejor, aunque en realidad no sea eso lo que realmente queremos. En mi opinión, esta es la mayor de las razones por la cual muchas personas fracasan y se rinden al intentar hacer lo que esperan de ellas, sin mirar por sus propios gustos.
También es verdad que lo que tú quieres no siempre es lo mejor para ti. Algunas veces hay cosas que quieres que nunca llegas a conseguir. Pero si no lo intentas siempre te quedará esa duda.
El yo debo es una presión constante que llevas siempre en la cabeza porque temes defraudar a las personas que esperan más de ti.
El yo quiero es algo que empiezas a utilizar cuando tienes uso de razón (aunque cuando somos pequeños vivimos un poco más condicionados por el yo debo). Cuando ya somos algo más mayores nos vamos orientando y creando nuestro camino en función de lo queremos en nuestra vida. Pero, repito: a veces, lo que queremos no es lo mejor para nosotros, bien porque es "malo" o bien porque es poco probable. Aunque yo creo que no hay nada imposible y que si verdaderamente quieres algo puedes lograrlo si crees en ti.
Cuando dices yo necesito estás mezclando lo que debes con lo que quieres hacer. Porque sabes que es necesario y quieres tenerlo.
Así, como conclusión, me sale decir que: lo único que debes querer en esta vida es ser feliz.
Bienvenida, Asun. Veo que tu blog va a ser un lugar estupendo en el que aprender muchas cosas. Ojalá que nos sirva para conseguir eso de lo que hablas al final de tu publicación, que es, sin duda lo más importante. Gracias por tu presencia
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