jueves, 6 de noviembre de 2014

Diferencias y semejanzas

La clase del día 17 la utilizamos para hablar de las diferencias y semejanzas entre personas, entre hombres y mujeres, entre gustos...
Como ya comenté al final de mi última publicación, cada persona es un mundo, todos somos diferentes y encontrar a alguien parecido a ti, que comparta gustos y con el que te puedas entender a la perfección es complicado y cuando lo encuentras siempre hay choques o roces y es normal porque no todo el mundo razona de la misma manera, cada uno justifica las cosas a su forma o desde su punto de vista, y esto, en ninguna persona es igual.
Merino nos entregó un papel para cada dos, y en él había que escribir por un lado las diferencias que encontrabas con la persona que te había tocado y en el otro las semejanzas. A mí me tocó con Alba, entonces hablar de cosas en las que nos parecemos nos resultó muy fácil. Creo que es la persona con la que comparto más parecido. También puede ser que me entiende bien y confiamos mucho la una en la otra. Aunque bueno, después de más de 11 años, si seguimos aquí, aguantándonos la una a la otra es por algo. Será que he tenido la suerte de encontrar en ella más que a una amiga, a una hermana.
Cuando hablamos de diferencias nos centramos más en diferencias físicas, que se pueden apreciar a simple vista sin tener que conocer mucho a la persona: el pelo, la vista (una usa gafas y la otra no) y también alguna que otra característica de la personalidad: tenemos diferente carácter, una se enfada más rápido y tiene más temperamento; una es más cariñosa que la otra (curiosamente todos sabían que la más cariñosa soy yo, ya que en clase nos conocen bien ya) y la última de las diferencias que pusimos fue el equipo que "apoya" cada una.
A la hora de hablar de semejanzas pusimos muchas cosas, llenamos el papelito de parecidos como: la altura, el color de ojos, la forma de ser y actuar (en determinadas ocasiones, ojo), compartimos el mismo color favorito, nos gusta salir de fiesta, no practicamos deporte, usamos las mismas expresiones al hablar y nos comemos la cabeza por cualquier tontería.
Cuando llegó el momento de comentarlo con la clase, las diferencias de las que más se hablaron fueron la altura, el sexo, los equipos...
Merino nos preguntó si realmente esas cosas marcaban una gran diferencia entre nosotros. En el sexo la respuesta mayoritaria fue que sí, y pusimos de ejemplo los baños públicos, en los que separan mujeres y hombres. Y de nuevo, Merino preguntó si esa separación era realmente necesaria. Ahí ya quedamos pensando, y en verdad no, no es necesario, pero estamos tan acostumbrados a eso, que lo contrario, un baño mixto, nos parece raro.
También comentamos la forma de actuar de una persona cuando está con otra de su mismo sexo y cuando está con una del sexo contrario. Y llegamos a la conclusión de que la manera de comportarte con alguien depende, más bien, de la confianza que tengas con esa persona y no de si es hombre o mujer. 
Yo aprendí en esta clase que lo que verdaderamente diferencia a las personas no es su raza, su sexo o su físico, sino sus gustos, su personalidad y su manera de comportarse. Pero no por ello se debe dividir el mundo en grupos de personas que comparten gustos y personalidad. Pienso que cada uno se relaciona con las personas con las que siente que se puede llevar bien y en las que pueda confiar (sin necesidad de compartir los mismos gustos o de ser parecidos en nada, que puede ser que encuentres a alguien parecido con el que llevarte muy bien).



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