sábado, 20 de junio de 2015

El dilema de los transplantes

La clase del día 29 de abril fue un tanto peculiar, nos tocaba tratar un dilema moral y como no podía ser de otra manera: las opiniones de todos nosotros estaban divididas en dos grupos.
Y literalmente, nos dividimos en dos grupos.
Me explico:
Merino llegó a clase y nos repartió una hoja como esta a cada uno:



Empezamos a leerla y en ella se nos planteaba un gran, gran dilema moral. Como bien nos dice en la hoja, la acción que se nos plantea es algo improbable y lo que importa son los principios éticos que rigen nuestra manera de actuar o de pensar ante la situación.
El problema es que en este caso solo había dos opciones, no podíamos buscar una solución alternativa.
Además este dilema se nos divide en dos partes. 

Parte 1
Debíamos imaginar que éramos un médico que tenía 5 pacientes que necesitaban trasplantes de 5 órganos distintos. Y si no se les hacían esos trasplantes, morirían en seis meses. 
Además teníamos otro paciente, a el cual prestábamos cuidados paliativos, que tenía esos cinco órganos intactos. Y según el curso de su enfermedad moriría en seis meses también.
Podíamos acortar su esperanza de vida en una semana si dejásemos de prestarle la atención que necesitaba, pudiendo así trasplantar sus órganos salvando cinco vidas.
¿Debemos dejar morir al sexto paciente para trasplantar sus órganos?

Una vez que terminamos de leer el problema, Merino nos dijo que quien considerase que debíamos dejar morir al paciente que se pusiera en un lado de la clase, y los que considerasen que no debíamos descuidarlo, al otro lado.

Así todos y cada uno de nosotros nos fuimos moviendo. 
He de decir que fui casi la última en elegir hacia que lado moverme. Pero después lo vi claro: debía ir hacia el lado en el que estaban mis compañeros que, como yo, pensaban que debíamos seguir cuidando al paciente.
En ese lado éramos menos porque los otros tenían otra manera de ver el problema o creían que la solución era la otra.
Pero lo difícil llegaba ahora y es que Merino nos pidió que intentásemos entender el motivo por el cual los del lado contrario se habían situado allí, comentar los principios morales que los habían movido a hacer eso.
A pesar de eso, siempre volvíamos a defender nuestra idea, nos costó bastante defender la otra manera de pensar.
Sí pudimos decir que los motivos éticos que los habían movido era el hecho de salvar cuatro vidas a cambio de una, es decir, una razón cuantitativa. Meramente cuantitativa, en mi opinión.
Y se excusaban diciendo que el paciente de cuidados paliativos ya iba a morirse y que lo más normal era que ya estuviese sufriendo.
Eso es cierto, pero una cosa es que fuese a morirse y otra muy distinta es quitarle la vida, porque si dejas de cuidarlo estás incumpliendo tu promesa como médico y estarás matando a una persona, ya que su hora de morir no era esa, si no más adelante, tú adelantarías los acontecimientos y podrías incluso arruinar los mejores momentos de su vida. ¿Y si no quería morirse todavía? Yo creo que no está en la mano de una persona decidir si tienes derecho a vivir o a morir, por mucho que se salven cuatro vidas a mayores.

A la hora de defender nuestra elección eso fue lo que mayormente comentamos. En nuestro grupo todos teníamos más o menos la misma forma de ver el problema. 
Pero recuerdo que yo incluso llegué a enfadarme, no entendía como era posible que los del otro lado dejasen morir a una persona. Ellos hablaban de dejar morir como si fuese algo diferente a matar. Y no. Son lo mismo. Siendo médico, tú tienes en tus manos su vida y si lo cuidas bien y cumples con tu deber puede que incluso viva más de lo previsto. O puede que no, que se muera antes. Pero no habrá muerto por una negligencia por nuestra parte, sino porque así lo quiso el destino, o la suerte, o lo que fuera.
Soy consciente de que hay cinco personas que podrían vivir si tú incumples tus principios éticos. Pero la muerte de esas personas no caería sobre tu conciencia porque no sería culpa tuya si se muriesen, morirían por el curso natural de su enfermedad. Y si dejas morir a tu paciente tendrás remordimientos toda la vida, porque se habrá muerto por tu culpa, por no tratarlo como se merecía y por decidir que no debía seguir viviendo.
Nadie, nadie tiene el derecho de decidir si una persona debe vivir o morir. Eso es elección de la propia persona y como en este dilema no se nos daba la posibilidad de preguntarle al paciente de cuidados paliativos qué le gustaría hacer, si morir para salvar cuatro vidas o seguir viviendo, pues no creo que dejarlo morir sea muy adecuado. La vida es un derecho. El más importante de todos, a mi parecer.

Nos pasamos toda la clase debatiendo un grupo con otro. Pero ninguna persona cambió de opinión todos creíamos tener nuestras razones para estar donde estábamos. Pero yo cada vez lo tenía más claro: aunque las leyes en este caso no tendrían ni voz ni voto, si tú eres una persona mínimamente íntegra sabrías qué hacer. Para mí, la elección correcta sería la nuestra.
Aunque claramente respeto las opiniones de los demás, no las comparto. Podría llegar a entender sus argumentos, pero no cambiaría mi forma de ver la situación.

Tocaba hablar de la parte 2, que nos descolocó a todos bastante:
En ella se nos presentaba una situación que ninguno de nosotros esperaba, puesto que se nos dice que por razones ajenas, el sexto paciente acaba muriendo. Y mientras el personal sanitario lo prepara para quitarle los órganos y trasplantarlos descubrimos su cartera y en ella encontramos una "tarjeta de no donante (por motivos religiosos)".
Podríamos ocultar la cartera, nadie más lo sabría.
¿Debemos ignorar su deseo hecho en vida y salvar cinco vidas o debemos ignorarlo y hacer el trasplante?

Aquí la cosa ya cambiaba, no tuvimos mucho tiempo para comentarlo, porque la clase se acababa, pero creo que todos estábamos de acuerdo en ocultar la cartera.
Es cierto que el deseo del paciente era no donar sus órganos por sus creencias, pero lo que nosotros decidiésemos ya no influiría a su vida, él ya estaría muerto, por lo que yo creo que no estaríamos perjudicando a nadie ocultándola. Sí incumpliríamos un poco nuestro principio ético de la honestidad, de la verdad. Pero creo que las consecuencias serían muy positivas:estaríamos salvando cinco vidas sin perder ninguna. En este caso sí merecería la pena incumplir ese principio. 
Sin duda, opino que salvar vidas es más importante que cualquier deseo. Además ese deseo, la persona que lo pidió no estaría para verlo, para "disfrutar de él", razón demás para no tener por qué cumplirlo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario