sábado, 6 de junio de 2015

Té con Kant

El día 14 de abril, si no me falla la memoria, tuvimos en el instituto una obra de teatro titulada: Té con Kant.
Cuando Merino nos habló de ella la semana anterior pensamos que sería aburrida por tratarse de una representación relacionada con la historia de la filosofía. Era para los alumnos de 2º de bachillerato y creyeron oportuno que nosotros también asistiésemos, porque, a pesar de no estar dando esos temas sería una buena experiencia.

Y así fue, como Merino dice en su blog conocer las andanzas de Johanna Gottfried y Theodora Krauss fue divertido y una buena experiencia.
Eran dos mujeres venidas del pasado, de la época de Kant, y su dilema era el siguiente: una de ellas quería volver al pasado y otra quería quedarse. 
A base de bromas y distintas gracias conseguían que nosotros nos lo pasáramos bien. Participaban con el público, lo que lo hacía todavía más entretenido. Aunque a mí no me gusta nada que escojan voluntarios porque me da vergüenza que me elijan a mí, así que esos momentos en los que se paraban a coger una persona estaba algo nerviosa.
Hicieron una entrada ya divertida, puesto que hablaban con acento y cada vez que lo pienso me acuerdo de Arancha que cuando las oía hablar se reía un montón.
Nos explicaron un poco de donde venían y como era la situación en su época. Nos contaron como habían llegado hasta aquí y quién las cuidó. Daban a entender que la gente de aquí pensaba que estaban locas. 
Cuando empezaron a hablar del imperativo categórico kantiano no nos perdimos, entendimos bien lo que querían explicar.
Hablaba, sobre todo, de las diferentes posturas que podía adoptar una persona ante una situación. La base era que los principios, la defensa de la sociedad debían de estar por encima de los propios sentimientos.
Me gustó mucho. La única pega que le pondría es que al final se hizo largo, en el momento en el que ellas empezaron a discutir, pero porque ya llevábamos bastante tiempo allí.
Una buena experiencia, sin duda, y muy didáctica porque nos llevó a aprender ciertas cosas.
Aunque yo me quedo con la filosofía de Merino. 

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